Defender lo público es defender lo nuestro.
Son nuestras empleadas y empleados que prestan sus servicios para cubrir nuestras necesidades básicas, las de todas las personas.
Somos personas afortunadas por disponer de un sistema político que poco a poco está siendo minado por políticos, empresa privada, banca, entidades financieras y los medios de comunicación a su servicio.
Nos roban lo nuestro, o así lo pretenden.
No se va a crear empleo sustituyendo lo público por lo privado. Todo lo contrario, pues lo privado extrae beneficios a costa de mano de obra más barata o precarizada, jugando constantemente con la cantidad de personal.
Por otro lado, la empresa privada juega con el dinero público, pues la privatización de los servicios no implica abaratamiento, sino todo lo contrario, pues los presupuestos destinados suelen ser igual o superiores a los existentes.
Además, una privatización no tiene sentido... ¿Para qué están entonces los políticos?... Los gestores del dinero público no pueden ni deben privatizar más de la cuenta, pues entonces nos encontraríamos con un problema civil: que los políticos sobran.
¿Votamos a políticos o votamos a los empresarios que nos van a dar esos servicios?.
Cierto que es posible que para ciertas obras o servicios temporales haya que realizar contratas privadas. Se ha hecho toda la vida. Pero todo tiene un límite. La precarización de las empleadas y empleados públicos y la privatización de servicios están exentos de consentimiento ciudadano.
Y todo eso sin contar con toda la pequeña y mediana empresa que gira alrededor de lo público.
Ah... ¿Qué quieres ser como los americanos porque ten encandila su imperio y las chocheces de sus películas?... yo no, gracias. Soy europeo, y me diferencio en que son antes las personas que el dios dinero, y que no admito tanta diferencia entre ricos y pobres, que ya es demasiada la que hay.
Y lo público garantiza que todos los ciudadanos van a recibir unos servicios de atención, salud y seguridad imprescindibles y de calidad, sean del estatus que sean, sin diferencia entre ricos y pobres, razas, credo o religión.
Y una persona parada, indigente o trabajadora tiene la seguridad de poder comprar fármacos si los necesita, de poder acudir al médico si se pone enferma, de que van a acudir los bomberos o la policía en su auxilio, de que las ambulancias también están a su disposición, de que el personal sanitario va a velar por su salud.
Somos la mayoría, y la mayoría manda.
Yo me apunto a la mayoría... allá quien no lo haga.
Y si hay que pagar más impuestos, se pagan, pero que los paguen también los ricos y los defraudadores, que ya estamos hartos de hacer el yuyu y pagar el pato siempre la misma gente.
Y si no lo haces por tí, al menos hazlo por tu decendencia, que no se merecen un sistema en el que el dinero y el mercado sea el todopoderoso.
Son nuestras empleadas y empleados que prestan sus servicios para cubrir nuestras necesidades básicas, las de todas las personas.
Somos personas afortunadas por disponer de un sistema político que poco a poco está siendo minado por políticos, empresa privada, banca, entidades financieras y los medios de comunicación a su servicio.
Nos roban lo nuestro, o así lo pretenden.
No se va a crear empleo sustituyendo lo público por lo privado. Todo lo contrario, pues lo privado extrae beneficios a costa de mano de obra más barata o precarizada, jugando constantemente con la cantidad de personal.
Por otro lado, la empresa privada juega con el dinero público, pues la privatización de los servicios no implica abaratamiento, sino todo lo contrario, pues los presupuestos destinados suelen ser igual o superiores a los existentes.
Además, una privatización no tiene sentido... ¿Para qué están entonces los políticos?... Los gestores del dinero público no pueden ni deben privatizar más de la cuenta, pues entonces nos encontraríamos con un problema civil: que los políticos sobran.
¿Votamos a políticos o votamos a los empresarios que nos van a dar esos servicios?.
Cierto que es posible que para ciertas obras o servicios temporales haya que realizar contratas privadas. Se ha hecho toda la vida. Pero todo tiene un límite. La precarización de las empleadas y empleados públicos y la privatización de servicios están exentos de consentimiento ciudadano.
Y todo eso sin contar con toda la pequeña y mediana empresa que gira alrededor de lo público.
Ah... ¿Qué quieres ser como los americanos porque ten encandila su imperio y las chocheces de sus películas?... yo no, gracias. Soy europeo, y me diferencio en que son antes las personas que el dios dinero, y que no admito tanta diferencia entre ricos y pobres, que ya es demasiada la que hay.
Y lo público garantiza que todos los ciudadanos van a recibir unos servicios de atención, salud y seguridad imprescindibles y de calidad, sean del estatus que sean, sin diferencia entre ricos y pobres, razas, credo o religión.
Y una persona parada, indigente o trabajadora tiene la seguridad de poder comprar fármacos si los necesita, de poder acudir al médico si se pone enferma, de que van a acudir los bomberos o la policía en su auxilio, de que las ambulancias también están a su disposición, de que el personal sanitario va a velar por su salud.
Somos la mayoría, y la mayoría manda.
Yo me apunto a la mayoría... allá quien no lo haga.
Y si hay que pagar más impuestos, se pagan, pero que los paguen también los ricos y los defraudadores, que ya estamos hartos de hacer el yuyu y pagar el pato siempre la misma gente.
Y si no lo haces por tí, al menos hazlo por tu decendencia, que no se merecen un sistema en el que el dinero y el mercado sea el todopoderoso.